ELISEO Y LA MUJER SUNAMITA
Eliseo seguía visitando diferentes pueblos y ciudades enseñando y predicando.
En un lugar llamado Sunem. Eliseo conoció a una mujer muy rica, y cada vez que Eliseo pasaba por aquella ciudad la mujer lo hospedaba en su casa y allí era cuidado y alimentado por aquella sunamita, que amaba tanto al Señor que cuidaba que al profeta de Dios no le faltara de nada.
Pero un día ella pensó: Este es un hombre de Dios, le construiremos su propia habitación en esta casa, con una cama cómoda, una mesa y una lámpara, para que él pueda venir cuantas veces quiera. Contrató unos albañiles que le hicieron la habitación para el profeta Eliseo.
Eliseo apreciaba mucho la bondad de la mujer sunamita hacia él, así que Eliseo le dijo a su criado Giezi, quien siempre lo acompañaba: Quisiera hacer algo por esta mujer, pregúntale qué puedo hacer por ella.
Giezi le preguntó a aquella mujer qué era lo que necesitaba, pero ella no pidió nada.
Esta respuesta no dejó satisfecho al profeta Eliseo y le pidió a su criado que le sugiriera algo. Giezi se había dado cuenta que aquella familia no tenía hijos, el marido era un hombre muy mayor, así que sugirió a Eliseo que un hijo les haría muy felices. Eliseo le pidió a Giezi que fuera a llamarla.
Dentro de un año estarás esperando un bebé, le dijo Eliseo a la mujer. Ella se asombró, "¿No será una broma? Tu eres un hombre de Dios... pero esto es demasiado, me parece una broma" dijo
El niño creció y se convirtió en un muchacho grande. Sus padres lo amaban y el niño era feliz jugando en el campo. Un día de mucho calor el muchacho fue a ver a su padre que estaba segando; el sol calentaba con fuerza y el chico de repente dijo : "Ay mi cabeza", y cayó al suelo desmayado. El padre ordenó a los criados que lo llevaran a casa con su madre.
La madre lo tuvo en sus rodillas hasta que a mediodía el chico murió. La mujer puso al niño en la cama de Eliseo y lo dejó solo. Después le dijo a su marido que iba a ir a buscar a Eliseo, y le pidió que mandara con ella a un criado y una asna.
Eliseo vio a la sunamita de lejos cuando estaba llegando a encontrase con él. Eliseo pidió a Giezi que saliese a su encuentro y le preguntara si la familia se encontraba bien. pero la mujer no quería hablar con Giezi.
Ella estaba muy cansada y solo quería encontrarse con el profeta Eliseo y contarle lo que le había sucedido a su amado hijo. Ella quería llevarlo a su casa, a la habitación en donde se encontraba su hijo muerto.
Cuando la sunamita llegó ante Eliseo se arrodilló y agarró sus pies. Giezi quiso apartarla pero Eliseo le pidió que la dejara. Déjala le gritó Eliseo, esta mujer está en amargura.
¿Qué te ocurre? le preguntó Eliseo
Es mi hijo, ha muerto, le respondió la mujer.
Pronto llegó Eliseo y lo primero que hizo fue asegurarse que el chico estaba muerto. Entonces Eliseo oró a Dios y a continuación se tumbó sobre el chico. El joven comenzó a entrar en calor. Se volvió a echar sobre él y el chico estornudó siete veces y finalmente abrió los ojos.
Copiado de Ana Perez.
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