María de Villota

Estaba cumpliendo su sueño: pilotar un Formula 1. Con una brillante carrera, sufrió un terrible accidente. Estuvo muy grave y perdió un ojo.
Su sueño se desvaneció, pero lejos de venirse abajo y perder su sonrisa, el accidente le cambió la forma de ver la vida. Afrontó la situación con coraje y esperanza. Su recuperación fue un ejemplo de superación.
Fue ese encuentro con el sufrimiento lo que hizo cambiar su actitud y comprometerse con los demás. A pesar de lo sufrido, estaba agradecida con el don de la vida.
A partir de ese momento la solidaridad fue su razón de vivir, ayudando a niños afectados por enfermedades neuromusculares.
María falleció el 11 de octubre de 2013.
En 2014 nació el legado de María de Villota para continuar su labor solidaria con las personas enfermas y los colectivos más necesitados